viernes, 20 de noviembre de 2020

Neumonia virica. Revision bibliografica

  • Titulo: Vacunas contra la covid 19. Resumen

La Sputnik V (en ruso, Спутник V) es la primera vacuna contra la COVID-19 registrada en el mundo. Fue desarrollada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya y registrada en Rusia el 11 de agosto de 2020 por el Ministerio de Salud de la Federación Rusa. Está hecha de vectores adenovirales humanos del que han sido desactivados sus genes reproductivos.

La Gam-COVID-Vac es una vacuna de vector viral basada en el adenovirus humano, un virus del resfriado común, fusionado con la proteína de pico del SARS-CoV-2 para estimular una respuesta inmunitaria. 

A los pacientes se les hacen algunas preguntas generales de salud antes de recibir la vacuna, que se saca del congelador unos 15 minutos antes de su uso. Se entrega un prospecto al paciente, que advierte sobre posibles efectos secundarios, sugiriendo que es más probable que sean leves y duren un par de días como máximo.

Se dice que personas con ciertas condiciones de salud subyacentes, como las mujeres embarazadas y las que han tenido una enfermedad respiratoria durante las últimas dos semanas no pueden vacunarse. Según las encuestas de opinión pública, solo la mitad de la población rusa tomaría la vacuna de forma voluntaria.

La vacuna del instituto Gamaleya requiere 2 dosis, en las que se usan vectores diferentes, en los que se inserta un gen que codifica la proteína S de las espículas del virus SARS-CoV-2. En la primera dosis se usa el adenovirus tipo 26 (Ad26) como vector; en la segunda dosis, que se aplica al cabo de 21 días, se usa el adenovirus Ad5, para potenciar la respuesta.

Bibliografia: Wikipedia.



Neumonia Viricas .Revision bibliografica.

Autor: Dr. Jorge Serra Colina.

Introducción: 

La neumonía es una inflamación del parénquima pulmonar debida a un agente infeccioso. Cuando afecta a la población general se denomina neumonía adquirida en la comunidad o extrahospitalaria (NEH) para diferenciarla de las que aparecen en pacientes ingresados en un hospital, que están expuestos a una flora microbiana distinta.

Se define como neumonía intrahospitalaria (NIH) o nosocomial a la infección del parénquima pulmonar que se presenta después de, como mínimo, 48-72 h de hospitalización. Por las peculiaridades de su patogenia y dado que los microorganismos causales son diferentes a los que causan las neumonías adquiridas en la comunidad, las neumonías intrahospitalarias constituyen un subgrupo aparte dentro del grupo de las infecciones del aparato respiratorio.

La neumonía (neumonitis) puede afectar a todo un lóbulo (neumonía lobar), un segmento del mismo (neumonía segmentaria o lobulillar), a los alvéolos contiguos a un bronquio (bronconeumonía) o al tejido intersticial (neumonía intersticial).

Muchos virus producen bronquitis y pocos neumonía. Los más frecuentes en lactantes y niños son el virus sincitial respiratorio, el virus parainfluenza y los virus influenza A y B. En adultos sanos los únicos patógenos víricos que producen enfermedad con relativa frecuencia son los virus influenza A y B. En pocas ocasiones se puede producir una neumonía en adultos por adenovirus, virus varicela-zóster, virus de Epstein-Barr, virus Coxsackie y hantavirus. Entre los patógenos con importancia en ancianos destacan los virus influenza, parainfluenza y sincitial respiratorio. Los pacientes con alteraciones de la inmunidad celular suelen desarrollar infecciones por virus latentes, sobre todo citomegalovirus (CMV). Con esta excepción, la mayoría de las infecciones víricas se deben a la exposición de una persona no inmunizada a personas infectadas que están eliminando estos virus. 

Anatomía patológica 

Los virus invaden el epitelio bronquiolar, produciendo una bronquiolitis; la infección se puede extender hacia el intersticio pulmonar y los alvéolos, originando una neumonía. Las zonas afectadas aparecen congestivas y en ocasiones hemorrágicas; se produce una intensa reacción inflamatoria compuesta de células mononucleares. Los alvéolos pueden contener fibrina, células mononucleares y algunos neutrófilos en ocasiones. En los casos graves se pueden reconocer membranas hialinas. En las infecciones por adenovirus, CMV, virus sincitial respiratorio o virus varicela-zóster se pueden observar inclusiones virales intracelulares típicas. 

Síntomas, signos y diagnóstico 

Las infecciones víricas de las vías aéreas inferiores producen bronquitis, bronquiolitis y neumonía. La mayoría de los pacientes refieren cefalea, fiebre, mialgias y tos, que suelen asociarse con la producción de un esputo mucopurulento. 

Los hallazgos más frecuentes en la radiografía de tórax son una neumonía intersticial o engrosamiento peribronquial. No se observa con frecuencia consolidación lobar ni derrame pleural, aunque se pueden producir en casos de sobreinfección bacteriana. El recuento leucocitario en sangre periférica suele ser bajo, aunque puede ser normal o algo elevado, sobre todo cuando se produce una sobreinfección. 

El diagnóstico es apoyado por la identificación de escasas bacterias con predominio de los monocitos en el esputo y por la imposibilidad de recuperar un patógeno bacteriano responsable. Suele resultar difícil identificar el virus, pero puede ser importante hacerlo en los brotes, en caso de pacientes graves y cuando los virus son susceptibles de tratamiento. Las neumonías que complican las infecciones víricas exantemáticas (sarampión, varicela o herpes) pueden ser diagnosticadas mediante los hallazgos clínicos acompañantes, incluidos los exantemas. Para realizar un diagnóstico más específico en la mayoría de las infecciones víricas respiratorias hace falta aislar el virus en los lavados de garganta o en tejido, identificar las inclusiones típicas en muestras de citología o biopsia o realizar estudios serológicos.  El diagnóstico de gripe se suele establecer por la presencia de los síntomas típicos durante un brote de la enfermedad y los estudios serológicos de los sueros del paciente en fase aguda o durante la convalecencia o la tinción con anticuerpos fluorescentes de las secreciones respiratorias. 

Tratamiento 


Prevención: Vacuna antigripal. Tanto el virus influenza A como B pueden ocasionar una neumonía viral primaria y facilitar la aparición de una neumonía bacteriana secundaria. Por tanto, la vacuna antigripal puede evitar la neumonía, tanto vírica como bacteriana, en ciertos pacientes. Se debe administrar todos los años, durante los meses de otoño, a personas con riesgo de sufrir complicaciones por un cuadro gripal (ancianos, residentes en instituciones cerradas, sujetos con enfermedades crónicas), y a aquéllos con peligro de transmitir la infección a personas de alto riesgo (personal sanitario o al cuidado de enfermos). Los factores que van a condicionar su eficacia son la edad y la situación inmunológica del paciente (los niños y adultos jóvenes suelen tener una peor respuesta en la producción de anticuerpos), y la similitud entre las cepas incluidas en la vacuna y las que realmente están produciendo la epidemia. Cuando se incluyen en la vacuna los antígenos apropiados, su eficacia en la prevención de la enfermedad es de alrededor del 70%.


Medicamentoso:

Se recomienda administrar aciclovir, 5 a 10 mg/ kg cada 8 h en adultos o 250 a 500 mg/m2 de superficie corporal en niños, para las infecciones pulmonares por virus herpes simple, herpes zóster o varicela. La neumonía por CMV se puede tratar con ganciclovir, 5mg/kg i.v. 2/d, e inmunoglobulina.

Algunos pacientes, sobre todo los que tienen gripe, desarrollan infecciones bacterianas que obligan al tratamiento antibiótico. Los patógenos más frecuentes en estos casos son Streptococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus, siendo otros gérmenes menos frecuentes Haemophilus influenzae, estreptococos b-hemolíticos del grupo A y Neisseria meningitidis. El pronóstico cambia mucho en función del germen responsable de la enfermedad, de la edad del paciente y de las enfermedades asociadas; el tratamiento depende del patógeno. 

Bibliografia:

  • Manual de Merck. Ediciones Hartcourt. Decima edición. Año: 1999

  • Farreras-Rozman. Medicina interna. Ediciones Hartcourt. 14. Edición. Año: 2000.